Estaba
quedándome dormida, cuando apareció. Me llamaron la atención sus dientes,
demasiado grandes para su boca. Nos miramos en silencio, como estudiándonos la
una a la otra. Su cabello era rubio, lacio, apenas pasando los hombros, no era
especialmente linda. Su mirada clara no me inspiraba confianza.
-¿Quién sos?
pregunté curiosa.
Sonrió y
mostró más sus dientes, como si esto fuera posible.
Pensé que
era una maleducada, ni siquiera se molestaba en contestarme.
-No tengo
porque, dijo.
La miré sin
comprender.
Viendo mi confusión
aclaró: -No tengo porque darte explicaciones de quien soy ni que hago aquí,
solo pasaba por acá, y mi curiosidad me trajo a verte.
Pensé que
esta mujer debía tener algún trastorno.
-No, no
tengo ninguno.
Abrí los
ojos como platos y ella comenzó a reírse con ganas.
-Ves, por
esto vine, me encanta meterme en los sueños de la gente y desestabilizarlos, y
antes que digas nada, te aclaro que en este mundo paralelo está permitido
entrar y salir de ellos sin pedir permiso. Y como me caes bien te cuento que
estoy esperando que mi amiga se duerma para acostarme con su marido en su
propia casa. ¿No es excitante?
-Me parece
horroroso, le dije casi gritando.
-No
necesitas levantar la voz, ¿todavía no te diste cuenta que estoy dentro de tu
cabeza y puedo saber todo lo que pensás, lo digas o no?
Me quedé
congelada en el lugar. No estaba acostumbrada a sentirme tan expuesta, y la
sensación no me agradaba en absoluto.
-Acostumbrate
me dijo, me estoy divirtiendo muchísimo, así que es probable que vuelva otras
noches…La vieja de abajo es muy aburrida, solo sueña con el difunto. En vos hay
más potencial.
Mientras le
clavaba la mirada, intentando ser intimidante le dije: -No sos bienvenida. Me
caes pésimo.
-¿Pensás
que me importa?
Su falta de
consideración y respeto lograron desestabilizarme, aún soñando me sentía
inquieta e incómoda. Era claro que era un sueño y sin embargo todo era muy
real…
Siguió
provocando y molestando casi toda la noche, discutimos acaloradamente por su
conducta, que intentaba justificar con todo tipo de excusas, se burlaba de mí
por ser tan naif, predecible y no sé cuantas cosas más. Su risa retumbaba en mi
cabeza, incluso después de despertarme.
Me prepare
café y salí apurada. Mientras esperaba el ascensor rogaba no llegar tarde otra
vez. Al abrirse la puerta me quedé petrificada, al lado de mi vecina de arriba
estaba la rubia de dientes enormes. La mire incrédula mientras ella intentaba
esconderse detrás de mi vecina. Vi el sonrojo de sus mejillas y dije en voz
alta: Ahora es mi turno de reírme ¿no?