martes, 31 de diciembre de 2013

Sin...




Fue extraño. Al principio no me di cuenta. Luego fue evidente. Comenzaron desapareciendo las letras, muy sigilosamente. Más tarde las palabras y por fin la creatividad. Me quedé vacía. No supe que hacer ni a quién recurrir. Decidí buscarlas, asi que
miré debajo de la cama, sacudí las cortinas, levanté las alfombras, abrí placares y ...NADA. Habían desaparecido. Evidentemenete no me había esforzado demasiado en encontrarlas, por lo que salí a la calle dispuesta a recuperarlas. Miraba a la gente en busca de respuestas, solo conseguí miradas de asombro y hasta algunas de desprecio, como si una loca estuviera parada frente a ellos. Abracé a los árboles para impregnarme de su savia, oli flores para embriagarme con su aroma, miré al sol para inspirarme en su calor... Las horas pasaban y no lo conseguía. La noche me envolvió. Ilusionada miré a las estrellas, fuente de tantos versos y musas. Nadie vino en mi auxilio. Me sentí sola, con una soledad que apretaba mi garganta, sin posibilidad de expresar mi dolor. Y ahi, de pronto lo comprendí todo. Las letras, las palabras, la inspiración estaban dentro mio, acurrucados. Ese nudo que sentía en mi pecho era una madeja de palabras dormidas, de letras entrelazadas que pugnaban por salir. Abrí una ventana para liberarlas, y salieron en bandada, iluminando un cielo oscuro ...


martes, 5 de noviembre de 2013

Amistad

Levantó la alfombra y alli estaba. Exactamente donde la había dejado. Respiró aliviado. La tomó con sumo cuidado y la llevó a su habitación.  No le quitaba la vista de encima, sabía que en cualquier momento podría saltar y hacerse daño. Por el rabillo del ojo vio a su mamá que lo miraba atenta, siguiendo todos sus pasos. No terminó de sentarse en la cama que unos débiles golpes en la puerta le indicaron que ella estaba alli. No esperó su permiso, jamás lo hacía, y entró. Pedro se preguntó para que se molestaba en golpear.
- ¿Qué hacés? inquirió su madre evidentemente intrigada con su comportamiento.
Conocía de sobra que no se daría por vencida hasta que obtuviera una respuesta que a sus ojos fuera satisfactoria. Cansado, optó por decirle la verdad.
- Tengo una pulga.
Su madre achinando los ojos, como siempre que se enojaba, le exigió una explicación.
Pedro miró a la pulga consternado, sabiendo que si no lograba convencer a su madre estarían ambos en problemas.
Le explicó lo mejor que pudo que la pulga era su amiga y lo acompañaba a todas partes. De esa manera se sentía menos solo y no le hacía daño a nadie.
Su madre dulcificó la mirada. Se acercó a la cama justo en el momento que la pulga saltó hacia ella. Pedro intentó detenerla pero fue inevitable. Su madre se sentó sobre la pulga, aplastándola  irremediablemente.


martes, 8 de octubre de 2013

Tecnología moderna


Puse la foto en el escáner. Soy nueva en estos menesteres asi que seguí las instrucciones al pie de la letra. Apreté el botón de "scan" y esperé unos segundos. Saqué la foto y me quedé mirándola como una idiota. La imagen había desaparecido, es decir, no toda la imagen, aún estaba el tobogán y los árboles... ¿Cómo es posible? Compré el aparato para escanear fotos viejas, esas en blanco y negro. Tengo demasiado tiempo libre y pensé entretenerme, no imaginé nunca que podría borrar la imagen. Llamé a mi sobrino, le expliqué lo que me pasó y me dijo que era imposible, que me pusiera bien los anteojos. Me enojé, aunque no le dije nada. Era tarde, mañana iría a ver al vendedor para que me ayudara , asi que me fui a dormir. Dormir es una forma de decir, no pude pegar un ojo en toda la noche. Me levanté varias veces a ver la foto, imaginando explicaciones una más incongruente que la otra. A las siete de la mañana estaba lista para salir, di vueltas hasta las ocho, ya que el negocio no abría hasta las y media. Llegué cuando el muchacho terminaba de abrir. Le expliqué lo que me había pasado y me miró como si estuviera frente a una loca peligrosa. Saqué la fotografía de la cartera  y se la di.
- Señora – dijo exasperado, en esta foto hay un tobogán y unos árboles, no hay ninguna nena subida al tobogán.
-Eso ya lo sé, le dije. Lo que estoy tratando de explicarle, es que había una nena y desapareció, se borró...
-Es imposible, dijo categóricamente
-Estaba la nena subida al tobogán, puse la foto en el escáner y cuando la saqué la nena había desaparecido.
-Si no está conforme con el aparato no tiene que inventar semejante historia, traiga el escáner en su caja original y le devolvemos el dinero.
Me empujó amablemente hasta la puerta. Me sentí una idiota. Nadie me creía.
Volví a casa. Fui directamente al aparato. Levanté la tapa y miré en su interior. Nada.
¿Qué esperabas?  dijo una voz en mi cabeza, ¿que la nena te estuviera esperando?
Me preparé un té. Intenté relajarme, pensar con lógica, encontrar una explicación racional.
Nuevamente revisé el aparato minuciosamente, me fijé si tenía pegamento ( tal vez hubiera quedado la imagen pegada sin querer), miré si tenía alguna falla, algo que explicara lo que había pasado... Comencé a desesperarme. Estuve días yendo y viniendo, levantando la tapa y mirando adentro. Traje la lupa de Armando para una nueva y minuciosa revisación. Nada. Comenzaba a resignarme, a pensar que tal vez me hubiera equivocado de foto, que era imposible, que la nena nunca había exisitido, que me había confundido. Era la única explicación posible. me di un ultimátum, lo revisaría por última vez. Si no encontraba nada dejaría el tema por la paz. Me acomodé frente al escáner, levanté la tapa con mucho cuidado, y de pronto la vi. Al principio la imagen era borrosa, pero lentamente como si se pusiera en foco, se hizo clara y nítida. Allí no sólo estaba la nena de la foto subida al tobogán; también había otros niños que reían, corrían, se hamacaban y jugaban. Reconocí a varios, la nena del tobogán era yo misma de pequeña, allí estaba mi madre, y hasta creí ver a mi abuela de pequeña. ¡Se nos veía tan felices!...
La voz en mi cabeza preguntó, ¿cómo es posible que no los haya visto antes?
Y alguien desde algún lugar me contestó : Recién ahora nos ves  con los ojos del alma...

jueves, 3 de octubre de 2013

Sorpresa inesperada

Pablo regresa a casa después de un largo día de trabajo. Se encuentra una caja en el umbral y no tiene idea quién la ha dejado ahí ni por qué. Presuroso abre la puerta para ver que hay adentro, por un momento duda, y ¿si es una bomba?… Descarta la idea ya que no se considera un tipo importante para que alguien quiera matarlo justamente a él. La caja es pesada, la intriga aumenta. La pone sobre la mesa de la cocina, busca un cuchillo, comienza su labor de abrir la caja, una gota de sudor le recorre la sien, baja lentamente por la frente, la mejilla, y cae... plaf… se estrella en la caja entreabierta. Finalmente la abre, y mira adentro. Al principio no logra distinguir nada, temeroso introduce la mano húmeda y palpa el interior.  Toca algo duro, frío, lo saca y ve una piedra gris veteada de manchitas blancas. Vacía la caja alineando todo el contenido sobre la gran mesa de madera. Veinticuatro piedras, todas más o menos del mismo tamaño y diferente color. Las mira extrañado, intrigado, preguntándose quien pudo habérselas mandado y para qué.
De pronto por el rabillo del ojo le pareció ver un movimiento. Miró las piedras y efectivamente estas se movían formando un círculo. Comenzó a reírse. Seguro que sus compañeros de oficina le estaban gastando una broma. ¡Era eso!, había algún truco, algún mecanismo que hacía mover a las piedras, ellos simplemente querían divertirse a costa suya. Levantó una piedra para estudiarla más detenidamente, la dio vuelta, la miró de todos lados y no encontró nada, parecía una piedra, común y corriente, ¿cómo lo harían?
-          Me estás mareando- dijo una voz aflautada. Pablo soltó la piedra asustado.
-          Ouch – dijo la misma voz.

Pablo se levantó de un salto, haciendo caer la silla con un portentoso estruendo. Sigilosamente se acercó a la mesa, agachándose hasta quedar a la altura de las piedras. Quería observarlas de cerca, entender donde estaba el truco. Todo esto lo estaba poniendo más nervioso de lo que estaba dispuesto a reconocer.
-          No temas- dijo una voz más grave que la anterior- no queremos hacerte daño.
-          ¿Quienes son ustedes?
-          ¡Piedras! ¿Es que no nos ves?
-          Que yo sepa las piedras no se mueven y mucho menos hablan…
-          Ese es tu error, y el de casi todos los humanos. Por supuesto que nos movemos, y también hablamos pero pocos se toman la molestia de escucharnos…
-          Esto no es real, ¿estoy soñando, verdad?
La piedra de color marrón oscuro se acercó a Pablo y lo tocó.
-          ¿Puedes sentir?

Pabló solo asintió, incapaz de pronunciar palabra. Levantó la silla del piso y se sentó. Tomándose la cabeza con ambas manos dijo en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular:
-          ¿Qué es todo esto? ¿Estoy hablando con PIEDRAS?
Las piedras formaron un semicírculo sobre la mesa, y la del medio comenzó a hablar:
-          Hemos viajado millones de años, hemos conocido reyes, castillos, doncellas, esclavos, hemos vivido guerras, batallas, hemos estado en campos, jardines, plazas, hemos visto todo y vinimos hasta aquí para contarte nuestras historias, te elegimos entre muchos humanos para que seas nuestro amigo.
Pablo no sabía si reír o llorar, todo esto le parecía un gran delirio, si era una broma era perfecta, y si era real era simplemente increíble.
Esa noche se fue a dormir sin ni siquiera cenar. No tenía fuerzas. A la mañana se preparó para ir a trabajar, y en la mesa vio las veinticuatro piedras tal cual las había dejado la noche anterior. Sonrió aliviado, tal vez todo fue producto del cansancio y en verdad todo no fue más que un sueño.

Al salir a la calle, escuchó voces extrañas, y al mirar al piso vio las piedras que en hilera habían venido a saludarlo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

El dibujante

Apenas apareció mi corazón comenzó a bombear con una fuerza inusitada. El lo notó inmediatamente, vi la sonrisa autosuficiente que trató vanamente de disimular cuando se percató que lo estaba mirando. Ella también sintió algo, estoy seguro. Era muy joven e insegura así que hizo lo que él le ordenaba, y por lo tanto no nos cruzábamos jamás. Yo siempre me las ingeniaba para espiarla, y mi corazón preso de su hechizo, reaccionaba al instante. Comencé a odiar a Joaquín, me lo hacía a propósito, disfrutaba con mi sufrimiento, y mi desesperación iba en aumento. Lentamente la venganza fue tomando forma en mi cabeza, tenía que ser muy cuidadoso, ya que cualquier detalle podría fácilmente delatarme. Aproveché que el cierre de edición estaba próximo y Joaquín estaría nervioso para entregar a tiempo. Cuando sentado frente al tablero Joaquín dibujaba a mi amada, salí de de mi escondite y le grité fuerte que la amaba. Aprovechando el desconcierto de Joaquín vacié la tinta roja en su cubículo, llenando todo de sangre. Joaquín cayó al instante, aturdido, herido. Comenzó a alejarse de nosotros dificultosamente, mientras tomaba a mi amada en brazos para vivir nuestra peculiar historia de amor.

Texto presentado en el taller literario La búsqueda : http://tallerlabusqueda.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=406&action=edit&message=1


jueves, 25 de julio de 2013

Venganza



Los escuché hablar. Al principio era sólo un murmullo, por eso no estaba segura. Luego lo oí claramente, pensaban deshacerse de mí. No lo esperaba, la decisión me tomó por sorpresa. No se molestaron en ocultarlo, ni dismular delante mio. Claramente manifestaron que supe tiempos mejores, y era hora de hacer algunos cambios, entre los cuales yo ocupaba un papel fundamental. Me sentí humillada, que poco valor daban a mi presencia, años de sostén, de apoyo, sin una queja cuando me aplastaban, o me pisaban despiadadamente. A veces eran varios juntos, y jamás me escucharon rechinar. Ni hablar de mi calidad indiscutible y años de servicio.
Pensé que debía darles una lección, por eso esa noche, cuando Carla se acostó sobre mí, con leves crujidos de mi noble madera  me la tragué de un sólo bocado. No me remordió la conciencia y ni siquiera  fue la primera vez ...

martes, 16 de julio de 2013

El paseo

- ¡No es justo!
- ¿De qué hablás?
- Todos disfrutando como locos y nosotras aquí sentadas, sin hacer nada.
- Así nos lo pidió mamita.
- Insisto, no es justo.
- Amelita mamita nos dijo que nos quedáramos aquí, sentaditas con las piernas muy juntitas.
- Amalia no decís nada?
- . . . .
- Amalita está sentadita tranquilita como nos pidió mamita.
- ¿Amandita queridita podrías dejar de hablar "en chiquito", que me pones nerviosita?
- Puedo  dejar de hablar en chiquito como vos decís, hermanita Amelita,  pero a mi me gusta hacerlo  y me sale así.
- ¿Podrían dejar de discutir por pavadas, y mirar a esos tres hombres que nos miran? dijo Amalia por fin.
Las tres miraron hacia donde Amalia indicó. En efecto, tres hombres elegantes las miraban insistentes, hablando entre sí,  tal vez esperando una señal para acercarse.
Amelia aplaudió entusiasmada, ¡por fin algo de acción!, en cambio Amanda inmediatamente apretó aún más las rodillas y dijo:
- Mamita nos pidió no hablar con extrañitos.
- ¡Basta por Dios Amelia! Si seguís así te vas a quedar soltera. Mirá esos hombres parecen buenas personas y extraños pueden dejar de ser apenas se acerquen y nos digan sus nombres, ¿no es cierto Amalia?
- Amelia tiene razón, Amandita, llevamos mucho tiempo aquí sentadas, y a mamá no la veo por ningún lado.

Los hombres se acercaron con paso decidido, llevaban unos sobretodos blancos, parecían delantales aunque no estaban seguras. Cuando pudieron asegurarse fue demasiado tarde.
Uno de ellos dijo: ¡Vamos chicas, es hora de volver a casa!

martes, 9 de julio de 2013

Un fantasma en el placard

La espiaba. Noche y día. Conocía sus pasos. Cada gesto. Cada movimiento. En la oscuridad del placard la imitaba. Reía como ella. La amaba y odiaba a la vez. La veía dormir. Peinarse. Hablar por teléfono. Soñar con su hombre. Por el agujerito de la cerradura de la puerta del placard. Se había instalado allí. Hace tiempo. Ella no lo sabía. Ni siquiera lo sospechaba. Pasaron meses. Años.
Una noche, mimetizándose con las sombras salió de su escondite. La miró por primera vez de cerca.
A la mañana siguiente nadie notó la diferencia.

lunes, 1 de julio de 2013

Reencuentro

No lo pensó demasiado. Fue un impulso, un arrebato incomprensible. Sin embargo metió el papelito en un hueco entre los dos asientos del autobús. No pensó más en él hasta  el  día siguiente. Metió la mano y lo sacó. Su sorpresa fue enorme al encontrar otro papel que le respondía. De ese modo se convirtió en una rutina. Todos los días escribía una nota y al siguiente encontraba respuesta.
La primera vez comentaba  que se sentía  incomprendido, y muy solo.No imaginó nunca que alguien lo leería y mucho menos le respondería.
La respuesta era comprensiva y cariñosa, y durante meses dos seres desconocidos tejieron una red de contención y apoyo mutuo. No sabían sus nombres, ni edades, sólo que viajaban a diario en un mismo recorrido, en diferentes horarios.
Manuel fue el primero en proponerlo, aunque Omar ya lo había pensado varias veces sin atreverse a mencionarlo. Dos almas solitarias, incomprendidas, necesitaban encontrarse cara a cara. Reconocerse no sólo a traves de sus palabras.
La cita era a las nueve de la noche en la calle Medrano al 900. A ambos les quedaba de camino a su casa. Manuel llegó primero, e instantes después llegó Omar. Cuando se vieron  quedaron pasmados, y tras vencer la sorpresa inicial padre e hijo se fundieron en un abrazo interminable.

viernes, 28 de junio de 2013

Un amor desesperado

No fue como lo había soñado. Su mente navegaba entre un torbellino de imágenes desordenadas, burlonas, desafiantes…  Se levantó y comenzó a pasearse nerviosa por el cuarto aún en penumbras. Faltaba poco para el amanecer. El uniforme descansaba en una silla, pulcro y sin arrugas. Una risa amarga explotó en su garganta. Ese uniforme había sido testigo de las caricias furtivas, de los besos desesperados, de la necesidad imperiosa de sacárselo para poder entregarse a un amor de instantes, de placeres robados, olvidándose por un rato del mundo, de la guerra, de la esposa, de los hijos que la miraban sonrientes en las fotos que él le había mostrado. No quería sentirse culpable, explicándose a si misma que se sintieron abrumados  por una lucha sin sentido que los tenía en el centro de acción, entre misiles, órdenes, gritos, sangre, tanques y muerte.
La atracción había sido inmediata, absolutamente innegable para ambos. Aun así, cada uno eligió  darle la espalda, para no zambullirse en reproches, propios y ajenos.
Fueron asignados a la misma base militar, donde trabajaron incansablemente, ignorando el fuego interno, manteniéndolo a resguardo.
Esa noche en que la noticia de la muerte de Moti los abatió por completo pudo más la urgencia, la necesidad de vencer a ese fantasma que revoloteaba en el aire llevándose cada tanto a uno de ellos. Cualquiera podía ser el próximo. Ellos podían ser la siguiente víctima. El amor los envolvió como una manta, escondiéndolos del mundo, alejándolos de todo y de todos. El suelo frío, la humedad del cuarto, el olor a tierra sucia, la incomodidad... No hubieron velas, ni sábanas perfumadas ni suaves, ni música de fondo, y sin embargo, allí se consumó un amor verdadero, intenso, sin promesas, sin futuro… Un amor que definitivamente, en nada se parecía al que ella había soñado…

domingo, 2 de junio de 2013

Unidas y Des-unidas

En un lugar muy lejano, desconocido para los mortales, se reúnen hace años. Llegan desde todos lados del mundo, suelen agruparse por color. Esto se da naturalmente ya que no hablan, sólo se reúnen felices por haberse liberado al fin. No sienten remordimientos ni extrañan a quienes fueron sus dueños. Ellos, sus dueños, quedan confundidos ante su repentina ausencia, buscándolas infructuosamente hasta darse por vencidos, sin imaginarse su paradero.
El proceso es largo, requiere práctica y un esfuerzo descomunal para llegar finalmente al paraíso. Incluso saben que dejarán a su pareja de toda la vida y no volverán a verse jamás. Al ser colocadas en el lavarropas las más veloces se sumergen por un tubo angosto, oscuro, aterrador y a fuerza de no darse por vencidas y después de una larguísima y extenuante travesía llegan al tan ansiado destino: La isla de las medias perdidas.

martes, 28 de mayo de 2013

Mi Quijote


“En algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…”
Ahí estaba otra vez. Lo miré. El me sonreía, como siempre. Y como siempre no pude enojarme, su sonrisa me provocaba, aunque por dentro me enojaba tener que esconderme para poder leer tranquila. Cada vez que tomaba un libro, invariablemente Alonso comenzaba a recitarme el Quijote, y si bien al principio la ocurrencia me divertía, poco a poco fue transformándose  en un verdadero fastidio. Alonso era tan atento, tan cortés, que me parecía desatinado enojarme por su inocente broma. Así que dejaba mi lectura para otro momento.
Nos conocimos una tarde de febrero, en un bar. Se acercó diciéndome que al fin me había encontrado, después de buscarme durante mucho tiempo. Su método de seducción no fue nada original por cierto, sin embargo vi algo en él, que me cautivó. No puedo explicarlo.
En la intimidad siempre me llama Dulcinea, me dice que soy su amada doncella, haciéndome sonreír. Me enamora a diario, vive pendiente de mí, de mis deseos, conoce todos mis gustos y se empeña en satisfacerlos. Es un hombre maravilloso, especial y único.
Alonso suele pelear a menudo, cuando considera que se comete alguna injusticia, no puede mantenerse indiferente ni al margen.

Una tarde mientras estaba en el negocio atendiendo a una clienta, se acercó Ester, con cara de circunstancias. Era muy raro que interrumpiera una venta, así que la miré asombrada. Se disculpó con la clienta, me llevó aparte y me informó que habían llamado del hospital para avisar que Alonso había tenido un accidente. Mi corazón comenzó a latir apresurado, en mi mente se cruzaron mil imágenes, intuyendo lo peor.
Cuando llegué me tranquilizaron, Alonso estaba bien, sólo un poco golpeado, y esperaban el resultado de varios estudios, para descartar lesiones internas.
Entré a verlo e inmediatamente su sonrisa acarició mi corazón, calmando su alocada carrera hacia ninguna parte. No me moví de su lado, y finalmente nos quedamos ambos dormidos, tomados de la mano. No sé qué hora era cuando el doctor entró con cara circunspecta, disparando nuevamente mi corazón en caída libre.
- ¿Qué pasa doctor? ¿Algo no está bien?
El médico carraspeó, miró a Alonso,  luego a mí y después se concentró en el piso, debatiéndose consigo mismo.
- No sé como decirle esto, no sé bien como explicarlo.
- No me asuste por favor, diga de una vez lo que sea.
Parecía que no se animaba a hablar, seguía con la mirada en el piso, buscando allí no sé que respuestas. No era un joven recién recibido, era un profesional con experiencia, ¿Qué podría ser lo que no se animaba a decir? Los minutos pasaban, tensando el ambiente más y más.
- Por favor – dije- lo que sea dígalo ¡YA!
Mi gritó lo trajo de regreso, a donde quiera que se hubiera ido.
- El paciente es un muchacho joven, sin embargo, sus huesos, sus órganos internos parecieran los de un hombre muy mayor, no condicen con su edad cronológica.
Durante unos minutos me quede callada, asimilando sus palabras. Luego miré a Alonso. El me miró y en sus ojos encontré todas las respuestas. El hombre de ciencia, incapaz de comprender racionalmente lo que allí sucedía, salió de la habitación y cerró la puerta.

miércoles, 24 de abril de 2013

Insomnio


Me abrazo a la noche,
cálida me envuelve, 
las agujas, infieles,
con indiferencia avanzan.

La luna altiva se ríe,
mis ojos abiertos,
cansinos, la miran...

El sudor pegajoso
me recorre,
las sombras me llaman
la puerta no abre.

Los párpados finalmente
se cierran
y la luz del día, cruel,
despierta.

jueves, 11 de abril de 2013

Once de abril


Pasan los años 
mas el dolor no cede,
permanece agazapado.

La muerte es cruel
arrebata sin piedad.
estrangulando sueños,
aplastando las flores
del camino.

La pena persiste
sin mirar calendarios
estrujando el corazón, 
que late apagado...

Te extraño
 cada año, cada día
con la mirada empañada
y el alma, 
¡ay el alma!
deshabitada...



jueves, 4 de abril de 2013

Broma pesada


La historia se repetía. Cambiaban los paisajes, las puestas en escena, las complicidades… Los personajes eran los mismos. Ellos, aún adultos, no perdían  la gran necesidad de hacer bromas. No simples bromas, cuanto más pesadas mejor. Era el “motor” en la vida de los tres. Su madre siempre les advirtió que terminarían mal. Con el tiempo fueron perfeccionándose, no se conformaban con las típicas travesuras de niños, podían pasar horas, incluso días,  en la preparación de sus planes. A veces se aliaban dos, dejando a su víctima doblemente molesta. Para la gente su relación se veía extraña. Ellos eran muy unidos, se amaban profundamente. Su vida nunca era monótona, ni aburrida. Los tres convenían que el resto del mundo no apreciaba las bromas como ellos.  Así que habían aprendido a dejarlas sólo para los tres, incluso Bruno había estado a punto de divorciarse, su esposa no compartía su fascinación por las bromas pesadas, es más, las detestaba. 
Romina tuvo la idea de hacer un viaje, así que llamó a sus hermanos y enseguida se contagiaron del entusiasmo. Los tres estuvieron de acuerdo en viajar solos, dejando a sus respectivas familias. Omar propuso una aventura, algo exótico y Bruno prometió buscar el destino adecuado.
En una semana estuvo todo listo, y los tres partieron hacia un pueblo ignoto al sur de África. Tendrían siete días para pasear, descansar, conocer y desde ya, hacer alguna broma inolvidable. La idea fue de Omar, que despertó a Bruno en la mitad de la noche para planearla. Cuando tenían todos los detalles a punto, era ya de mañana. No les importó haber pasado la noche casi sin dormir, lo realmente importante para ambos, era que Romina viviera una experiencia memorable. Se reunieron los tres para desayunar y luego salieron a caminar. Encontraron lo que estaban buscando y convencieron a Romina de ingresar. Una vez dentro le explicaron al primer oficial que vieron  que habían sorprendido a esa mujer robando y querían que se hiciera justicia. Ambos estaban muy serios. Romina los miraba muerta de risa. Sin embargo el oficial tomó seriamente la denuncia y ordenó que llevaran a Romina al calabozo. Una vez que ésta ya no podía oírlos le dijeron al oficial que sólo era una broma a su hermana y que mañana a la mañana vendrían a buscarla. El hombre no dijo nada, y siguió escribiendo el informe. 
Mientras cenaban se preguntaban si esta vez no se habían pasado. Ambos comenzaron a reírse a carcajadas imaginando la expresión furiosa de Romina cuando fueran a buscarla a la mañana siguiente.
Llegaron cerca del mediodía, el destacamento policial se veía especialmente agitado. No como el día anterior. Buscaron al oficial que ayer había detenido a Romina. No estaba por ningún lado. Le preguntaron a uno que pasaba a su lado, mas no hablaba inglés. Algo en su interior les decía que la cosa no pintaba bien. Intentaron ir a la zona de las celdas pero un hombre los detuvo. Le explicaron lo que habían hecho. Aquel, de  rasgos marcados, labios gruesos, mirada penetrante y un físico corpulento los intimidaba más de lo que hubieran querido admitir.  Les comunicó en perfecto inglés, que allí había una sola detenida, y tras un juicio sumarísimo había sido condenada. Los hermanos se miraron aterrados. Bruno intentó calmarlo y dijo que Romina seguro había convencido al oficial para que la liberara, que debía tratarse de otra mujer.
- ¿Podríamos ver a la detenida? Imploró Omar. 
El hombre, que resultó ser el comisario, lo miró como quien mira a una cucaracha. 
- ¡Por supuesto que no! No me diga que es usted abogado.
- ¿De que abogado habla? ¿Acaso en el juicio que le hicieron hubo uno?
El comisario no quería discutir con los extraños, estaba acostumbrado a ser la autoridad máxima. Aunque nadie discutía sus órdenes,  pidió que trajeran a la acusada.
Romina apareció, pálida, ojerosa, temerosa. Quiso ir corriendo a abrazar a sus hermanos pero los dos guardias que la custodiaban se lo impidieron. 
El comisario les dijo que llevaran a la detenida a la plaza pública.
Los hermanos se miraron sin comprender.
- ¿Para que lleva a mi hermana a la plaza pública?
- Le dije que había sido condenada en un juic…
- Si, si, en un juicio sumarísimo, pero eso no responde a mi pregunta.
- Vamos a ejecutar a la acusada en la plaza pública.
- ¿Ejecutar? ¿De que está hablando?
- La acusada fue condenada con la pena de muerte.
Omar se llevó la mano al pecho mientras Bruno intentaba explicarle al comisario que todo se trataba de un error. 
Romina se soltó de los guardias diciendo que ya era suficiente. Al ver la cara de sus hermanos comprendió que se le había ido la mano. 
Cuando Omar cayó al suelo, inconsciente, los hermanos creyeron estar escuchando a su madre que les decía: “esto va a terminar mal”.

jueves, 28 de marzo de 2013

Ignorados por la vida


Ignorado,
atrapado en la neblina,
de la indiferencia.
entre hombres
que apurados corren
a ningún lado...
Las horas se arrastran
agónicas
iguales,
vacías, 
sordas…
Espejos rotos
astillados
con trozos del ayer,
una vida que se escurre
entre dedos temblorosos,
sucios
y solos, 
tan tristemente
solos…

domingo, 17 de marzo de 2013

Un viaje de novela


Subí al tren justo antes de que arrancara. Me senté en el primer asiento vacío que encontré. Me puse a mirar por la ventana, pronto todo perdió forma, tornándose difuso a medida que la velocidad aumentaba. Preferí concentrarme en el interior, un incipiente dolor de cabeza arañaba mi sien, era mejor no provocarlo más. De pronto la vi. Era imposible, seguramente mi imaginación me estaba jugando una mala pasada. No podía sacarle los ojos de encima, nuestras miradas se encontraron, y me sonrió. Ahí no tuve más dudas. Aproveché que a su lado el asiento estaba libre, así que junté mis cosas y me apresuré a sentarme junto a ella, no fuera cosa que alguien más la descubriera y me arrebatara la oportunidad.
- Te admiro profundamente, dije. Leí todos tus libros. También escribo…
Isabel me miró y pareció complacida. En realidad pensaba si compartir conmigo su secreto, y decidió que sí.
- Viajo a la Casa de los Espíritus me dijo en un susurro.
- No creo haberte escuchado bien.
- Me has oído perfectamente, ¿quieres venir conmigo? Y sin darme tiempo a responder me tomó la mano e inmediatamente sentí un vértigo amenazante…
Cuando miré a mí alrededor comprendí que estábamos efectivamente en la casa de Clara y Esteban, si hasta Barrabás apareció de la nada moviéndome la cola.
- Esto no es posible – dije en un tono casi inaudible.
Isabel sonrió al tiempo que contestaba: – Claro que sí, suelo visitar a mis personajes, los cuido, me intereso por sus cosas, me preocupo por ellos. Lo hago a menudo. ¿Me dijiste que escribes no? No deberías sorprenderte tanto entonces.
Me quedé paralizada al ver a Blanca, tan hermosa y parecida a su madre. La nana la venia siguiendo de cerca. Estaba realmente allí, no era un sueño. Podía verlos, escucharlos, y… ¿tocarlos? No estaba segura, y no pensaba quedarme con la duda. Me acerqué a Clara, ese personaje entrañable y lleno de misterios. Le acaricié la cabeza, ella inmediatamente me espantó como si fuera una mosca.
- Isabel, esto es maravilloso, no puedo aun creerlo. ¡Tenés que enseñarme!
- Se está haciendo tarde, debemos irnos.
Abrimos la puerta de calle. Me di vuelta para retener en mi memoria este momento único, temiéndolo irrepetible. Vi a Clara que se acercaba.
Cerró la puerta tras nosotras, casi juraría que la escuché decir “Vuelvan cuando quieran”.

Relato en homenaje a Isabel Allende, autora de numerosas novelas, entre ellas La casa de los espíritus en 1982, mi preferida, en el marco del Taller de escritura La búsqueda

domingo, 3 de marzo de 2013

Mpbllnd Un pueblo singular


Mpbllnd es un pueblo único. Nunca había estado en un lugar así. Sus habitantes no hablan, no escriben ni leen. Todos se comunican por señas. Lo conocí de casualidad, una tarde en que me perdí. Al llegar me llamó la atención la falta de carteles. Las calles no tenían nombres, los negocios estaban abiertos de par en par para que la gente pudiera ver la mercadería que allí se ofrecía. Detuve a un muchacho para preguntarle donde estaba. Me miró de arriba abajo, evidentemente sorprendido de escucharme hablar. Me hizo señas que no entendía lo que yo quería de él y se fue casi corriendo. Vi una mujer con una nena de la mano, me acerque y tampoco logre hacerme entender. Debo admitir que el lugar me intrigó. No entendía como era posible vivir así, sin radio, televisión, sin diarios, noticias... La gente no se enteraba de nada, no había habladurías, engaños, mentiras... Los chicos jugaban libremente, nadie ganaba ni perdía, nadie lloraba (no tenían motivo), solo reían y se divertían...

Llegué a un estadio de fútbol, donde todos jugaban y disfrutaban al mismo tiempo. Evidentemente a nadie le importaba el resultado.

La gente no hablaba por teléfono, sólo se miraban a los ojos y con señas se decían todo lo que necesitaban decirse.

El lugar me atrajo como un imán, no podía irme de allí. Veía que la gente era feliz, aunque no pudieran decirlo. No había caras tristes, ni gente preocupada. Cada uno sabía lo que tenía que hacer y simplemente lo hacía.

Al caer la noche llegue a un lugar que parecía una posada. Detrás del mostrador había un hombre encorvado, con pelo y barba larga blanquísimos... Me miró, lo miré. Me sonrió, sonreí... Me dijo "Bns nchs". ¿Perdón? dije sin comprender. "Bns nchs" repitió. De pronto comprendí todo. Con muchísimo esfuerzo convoqué a todo el pueblo, los reuní en la plaza que estaba en el centro. Llegaron todos, chicos, jóvenes, viejos, mujeres, abuelas... Me subí a un banco para que todos pudieran verme. Me miraban extrañados, curiosos... - Amigos - les dije, lo que le falta a este pueblo son las VOCALES, por eso no pueden hablar, ni leer, ni entenderse. Les enseñé a comunicarse, insertando las vocales que parecían haber perdido quién sabe dónde. Al despuntar la mañana estaban eufóricos, probando comunicarse, hablarse, escribirse. Uno corrió a la entrada del pueblo y colocó un enorme cartel con el nombre: MI PUEBLO LINDO. Antes de irme vi al viejo de la posada, le sonreí, el no. De todos modos le dije -Buenos días. Mi miró como quien ve al mismísimo diablo.

Relato para el Taller de Escritura La Búsqueda: http://tallerlabusqueda.wordpress.com/2013/02/21/mpbllnd-un-pueblo-singular-por-gabriela-szuster/

lunes, 25 de febrero de 2013

Fiesta de cumpleaños


La propuesta de este mes en Adictos a la escritura es describir una escena que incluya tres elementos que en principio parecen fuera de lugar.



La ciudad dormía en un sopor trasnochado. Roque no podía. Esa día su hijo cumplía cinco años  y el no tenía dinero. Se sentía culpable por no poder regalarle una fiesta, como tenían todos sus amigos del jardín. Se paseaba nervioso por el salón de la casa, intentando no despertarlos. Mirta apareció en la puerta. Su pelo estaba revuelto y aplastado al mismo tiempo. Era hermosa y la amaba. A ella tampoco podía darle lo que se merecía. Hubiera querido refugiarse en sus brazos, perderse entre sus besos, embriagarse con el aroma de su piel. Mirta sonrió, lo conocía tan bien... Estiró su mano, invitándolo a volver a la cama. Estuvo tentado de hacerlo. Se acercó, le dio un beso en la frente y salió apurado.La decisión estaba tomada.
Caminó varias cuadras, mientras la noche lo acompañaba. No quería pensar en lo que tenía que hacer, mas sabia que no le quedaba alternativa . En su cabeza tenia la imagen de su hijo grabada. El tuerto descaradamente irrumpió  en sus pensamientos, tantas veces le había ofrecido que fuera con él y sus amigos a robar. El siempre se negó, el quería trabajar, disfrutar de su familia, ser un hombre honrado. El tuerto se reía a carcajadas. Hasta le pareció escuchar su risa estruendosa.
La chica de la estación de servicio estaba distraída con su celular, dentro del kiosco, resguardada del frio de la madrugada.
El se acercó lo más sigilosamente que pudo. Necesitaba sorprenderla, que no se diera cuenta que su arma era de juguete. El robo duró pocos segundos, la chica no opuso resistencia y le dio todo el dinero. Antes de irse, rápidamente tomó una bolsa de globos y una nariz de payaso. Al abrir la puerta, acurrucado, temblando de frio, vio a un cachorrito y lo agarró. Mientras corría con todas sus fuerzas pensaba que esa tarde Martín tendría su fiesta de cumpleaños. Puso al cachorrito en el patio, en una caja de cartón cubierto apenas con una toalla vieja. Se fue a dormir un par de horas.

A las cinco de la tarde, con la cara pintada de blanco y la nariz roja de payaso, abrió la puerta de la casa pensando que algún invitado llegaba tarde. Cuando vio a dos policías supo que la fiesta había terminado.

Mi elección fue : Un robo a mano armada con los elementos fuera de lugar: Un globo, un payaso y un cachorro

domingo, 10 de febrero de 2013

Distancias


Distancias infranqueables
que nada tienen que ver
con las distancias.

Palabras que apuñalan
silencios que se clavan
en la piel.

Muros orgullosos
levantados
en mínimos instantes.
oidos necios
que se niegan a oir...

Y es el dolor
que abraza
y es la pena
que a tu lado se recuesta

Soledad de besos
manos vacias
que buscan
desesperadas
las tuyas...


miércoles, 6 de febrero de 2013

Vivir en el infierno



Los rayos de sol se colaban caprichosos.. Nos sentamos en una esquina, alejadas del resto. Si no fuera por donde nos encontrabamos podria decirse que dos amigas se sentaban a disfrutar de una charla amena.
- ¿Cómo se transforma una en asesina?
La pregunta rebotó entre nosotras como una pelota lanzada con violencia. Miré a Silvia estudiando su rostro grisáceo y apagado. A otra persona no le hubiera permitido esa pregunta. Llegó hace unos seis meses atrás y si no la hubiera acogido bajo mi protección hoy no estariamos charlando. Es sumamente vulnerable.
- ¿Como se transforma una en ladrona? le espeté.
- No me vas a comparar - dijo y enseguida un rayo de arrepentimiento atravesó sus ojos verdes.
Me quedé callada un momento, acomodando las ideas en mi mente que pujaban unas a otras por salir.
Guillermo era un hombre cruel, despiadado. Al principio todo iba bien, hasta que una camisa quemada desencadenó su furia. Tomó la plancha hirviendo y la apoyó en mi espalda. No puedo describirte el dolor que sentí. Noches enteras tuve que dormir boca abajo hasta que mi piel cicatrizó. La marca nunca se borró.
- La vi en las duchas, nunca me atreví a preguntarte...
Ese fue sólo el comienzo, golpes de puño, sopapos, humillaciones, quemaduras de cigarrillos en brazos y piernas, insultos , amenazas fueron mi plato diario. Temblaba con solo verlo, y un odio visceral fue creciendo en mi interior. No lo planeé, te lo juró. Simplemente cuando se presentó la oportunidad no lo dudé. Su violencia no tenia limites, ni siquiera se arrepentia ni pedia perdón. El se creia superior a nosotros, porque nos mantenia. Eso le daba derecho a maltratarnos.
- ¿Les pegaba a tus hijos?
- Los insultaba, los escupía, los castigaba encerrándolos horas en el baño...
Esa mañana los chicos no estaban en casa. Guillermo pidió que le cebara unos mates. Me había olvidado de comprar yerba. Cuando vio que tomaba la cartera para ir a comprar comenzó a insultarme. Sabia que de nada serviria excusarme, él no entendia razones. Sus ojos eran rojos, bañados en ira. Miré para todos lados buscando una salida. Tenia miedo, mucho miedo. Comenzó a acercarse con el brazo en alto, preparado para lastimarme. Fui hacia atras, me topé con la mesada. No tenia escapatoria. Mi mano encontro un cuchillo, que tomé sin pensar. Cuando estaba a punto de golpearme clavé el cuchillo en su pecho con toda la fuerza de la que fui capaz. Cayó al suelo y volvi a clavarlo, esta vez en su espalda, en los brazos, hasta que cai rendida a su lado.
- ¿Estas arrepentida Maria?
No, desde luego que no. Lo volveria a hacer. Prefiero estar aqui encerrada que  vivir el resto de mi vida en el infierno junto al mismisimo diablo.

Cualquier parecido con la realidad es pura coinicidencia...

martes, 29 de enero de 2013

Anhelado final





La propuesta de este mes en Adictos a la escritura es el "Fin del mundo fallido".
Sentada en la cama, con las piernas arrimadas a su pecho, pendiente de cada ruido, Samantha esperaba el fin del mundo. Lo habían anunciado. Sentía que así seria, tal y cual lo habían asegurado. En tan sólo veintitrés años había conocido el dolor, la soledad, la desilusión... Su corazón se veía como un trapo viejo y sucio... Tenía miedo aunque en un punto sentía que era mejor así. Si bien era  difícil aceptar que todo terminaría, no podía pensar en otro día vacío, gris, sofocante... Hoy finalmente sería liberada... Se incorporó apenas para mirar por la ventana, el cielo era de un color azul noche brillante, salpicado de pinceladas grises y rosadas.
Sus padres y hermanos habían muerto siendo muy chiquita, en un accidente, habiendo sido ella la única sobreviviente. Jamás entendió por qué ni para que, hubiera sido mejor irse con ellos...
Miró el reloj, no sabía en qué momento exacto ocurriría. Su corazón latía desbocado, anunciando el final.
El mundo era un gran fiasco, donde la hipocresía, la traición, el engaño y la mentira estaban a la orden del día. Por eso era lógico su final. Ella esperaba otra cosa de la vida, no recordó un solo día de felicidad.
Comenzó a llover, al principio una lluvia fresca, tenue, que pronto se convirtió en una tormenta furiosa, con rayos, relámpagos y truenos iluminando el cielo. Se estremecía a cada instante.
- De modo que así será, dijo Samantha en voz alta, sorprendiéndose a sí misma con su voz. Así terminará todo...
Las puertas y ventanas abiertas golpeaban incesantes, con un viento impiadoso que las sacudía.
Samantha cerró los ojos y una luz penetró en sus pupilas, fue corriendo atraída por una fuerza desconocida. Un tibio calor se apoderó de su cuerpo entumecido, subiendo lentamente hasta cubrirlo todo. La estaban esperando, fue envuelta en un abrazo transparente, acogedor. Se sintió liviana, etérea, estaba rodeada del amor que tanto tiempo añoró. Era feliz, por primera vez en su vida era feliz.
Unos días más tarde encontraron a Samantha sin vida, sentada en la cama, con las piernas arrimadas a su pecho.

lunes, 21 de enero de 2013

El verdugo


Podría seguir durmiendo, hoy es domingo. ¡Qué pena! Debo ser la única persona en el mundo que no se alegra de tener un día libre. Es que amo mi trabajo, disfruto cada segundo. Ejecutar mi tarea es un elixir para mí. Hay personas que disfrutan del sexo, otras de la comida o la bebida. Yo en cambio gozo cuando llevo a cabo mi labor. Me levanto. Me preparo el desayuno y enciendo la televisión. Me aburro así que pronto me quedo dormido.

Las risas de unos niños me sobresaltan. No los soporto. Abro la ventana y les grito. Salen corriendo entre risas contenidas. Es una mañana soleada de verano. Lamento que no llueva torrencialmente, esos son los días que me gustan a mi, puedo quedarme horas contemplando el firmamento, enceguecido por los rayos que encienden el cielo.

Miro el noticiero, disfruto la sección policial. Nuevos asesinatos, crímenes pasionales, venganzas. Mi trabajo aumentará pronto, luego de los juicios y la infinidad de apelaciones que los malditos cuervos siempre sacan de la manga. Finalmente la justicia se impone, llegando a mis manos. Soy como Dios.

Almuerzo frugalmente, como es mi costumbre. Decido salir a caminar, a pesar de que el día no me agrada. Me pongo mi gorra y camino unas cuadras. Al llegar a la plaza me siento en un banco vacio. Pocos minutos después una joven se sienta a mi lado. La ignoro. Ella tiene ganas de conversar. Evidentemente está tratando de acercarse. No me interesa y se lo hago saber. Alcancé a ver una lágrima a punto de suicidarse antes de que saliera corriendo. Me rio, fui muy duro con ella.

Una vieja me está mirando, debe haber visto toda la escena. “¿Usted no tiene alma? ” me pregunta. La miro como quien mira a una cucaracha antes de pisarla. No le contesto. Me voy.

Cuando regreso a casa veo que hay un mensaje en el contestador. Una conocida adrenalina empieza a recorrerme. La oficina del fiscal me informa que mañana habrá una ejecución especial, las apelaciones no funcionaron. Mañana es el día. Imagino las últimas horas del infeliz, su sufrimiento me alimenta. Estoy contento. Recreo en mi mente tantos rostros, suplicantes, resignados, aterrados, llorosos. Me doy cuenta que estoy sonriendo, y por algún motivo regresa a mi mente la pregunta de la vieja ” ¿Usted no tiene alma? Definitivamente NO.

Trabajo presentado en el marco del Taller de Escritura "La búsqueda"

miércoles, 9 de enero de 2013

Lágrimas del cielo




Todo es gris, 

el día, mi pena, 

tu ausencia... 



No me acostumbro, 

aún cuando cambien 

los números del calendario... 



Tu muerte me arrancó las raíces 

haciéndome tambalear, 

dejándome a la deriva 

en un mundo que no comprendo. 



Te quiero, te extraño, 

te extraño, te quiero. 



Me mira tu imagen 

desde el frío cartón 

donde tu sonrisa 

quedó congelada. 

Tantas cosas me gustaría contarte, 

escuchar tu voz 

y tu abrazo, 

¡Cuánto necesito tu abrazo! 

Donde quiera que estes, 

espero que sepas que no te olvido .




Dedicado a mi madre en el día de su cumpleaños:

Feliz cumpleaños mamá. 


domingo, 6 de enero de 2013

El peluquero



Las confidencias fueron la clave. Nunca dejo de sorprenderme a mí mismo, es más, creo ser un caso único en la historia, sino díganme ustedes cuántas personas conocen que se enamoran de otra con lo que le cuentan de ella?
Los encuentros siempre fueron casuales, imprevistos. Jamás me animé a decirle nada, aunque bastaba su cercanía para que mi corazón se acelerase, mis manos comenzaran a transpirar, y su sola presencia me ponía nervioso. Para mí fue sencillamente increíble aceptarlo, ya que hasta ese momento desconocía que una persona así pudiera atraerme tanto. Mi sangre se alborotaba, me quedaba horas callado, pensando en cómo serían sus besos, sus caricias... Me enamoré de su juventud, de sus sueños, de sus proyectos para la vida, de su simpatía, de su sonrisa... Supe desde un principio que lo nuestro era imposible, aun así no pude evitar enamorarme como un adolescente a pesar de mis cuarenta y ocho años.
Cuando entraba en la peluquería mis mejillas se sonrosaban, me volvía torpe en un estúpido intento de que me viera atractivo, irresistible, cautivante...

Entró al local sumamente alterado, llevaba un arma en su mano. En  ese instante comprendí todo, demasiado tarde. Primero le disparó a su mujer, y cuando me apuntó a mí, de nada sirvió que le confesara cuanto lo amaba...

miércoles, 2 de enero de 2013

Una voz


Llegó a casa tarde, estaba agotado. Se descalzó y prendió la televisión. En el camino apretó el contestador para escuchar los mensajes. Volvió sobre sus pasos al oír una voz de mujer, melodiosa, suave, envolvente. Pronto comprendió que el mensaje no era para él , la dama se había equivocado de número.Volvió a escucharlo"Quería saludarte para fin de año, espero que a las doce brindes tambien por mi, te extraño, espero verte pronto..." Ni siquiera reaccionó cuando el tono de ocupado penetró molesto en sus oídos. Su mente vagaba imaginando a la dueña de esa voz sensual. Esa noche le costó dormirse, cuando por fin lo logró desfilaron por sus sueños rostros femeninos sonriéndole, llamándolo, seduciéndolo...


Se despertó temprano y fue corriendo a escuchar la grabación, una y otra vez... Perdió la cuenta de cuantas veces la oyó. Estaba fascinado, cautivado. Esa noche después de trabajar no volvió a casa, se sentó en la barra de Joe's mirando, buscándola...Habló con todas las mujeres que estaban en el lugar, después de unos minutos meneaba la cabeza, dejando a sus interlocutoras frustradas, fastidiadas, enojadas, curiosas. No se dio por vencido, al día siguiente volvió, y al otro, y otro también. No la encontró, estaba dispuesto a seguir buscándola, ella debía estar en algún sitio. El la encontraría, mientras tanto la tenía atrapada en una cinta, y todos los días le hablaba a él.