martes, 11 de septiembre de 2012

Un nuevo trabajo

- ¡No es posible!


- Lo es.


De esta manera terminó la conversación. Aún no salía de su asombro.Durante meses había sido objeto de investigación sin ni siquiera sospecharlo. Por eso la despedían. Recordaba muy bien el libro de George Orwell, 1984. Ahora en el 2012 estaba sucediendo, y no era ficción. La Oficina del Estado, donde desempeñaba sus tareas con diecisiete años de antiguedad, había implementado un sistema espía en las computadoras de todos los trabajadores. Ahora comprendía el despido de algunos compañeros. Había llegado su turno. El empleado de anteojos, pulcramente vestido, peinado con esmero, sin que un sólo cabello se moviera de sus sitio, había sacado una hoja. Cuando comenzó a leerla lo miró atónita, parecia una broma , pero no lo era. Ahora lo sabía. ¿Que le diria a su familia? Era evidente que debería obviar unos cuantos detalles. Pensó en su mamá, en su suegra, en sus hijos...

Repasó la lista mentalmente:

En promedio trabajas tres horas y cuarenta y tres minutos diarios, en una jornada de ocho horas. Las cuatro horas cincuenta y siete minutos restantes se dividen en tres horas promedio en las redes sociales, y el resto del tiempo se divide en mails privados, visitas de sitios XXX, consultas médicas online sobre orgasmos múltiples, compra de accesorios y juguetes sexuales. A esta altura, Carola recordaba estar al borde del colapso. Trató de mantenerse calma, pero sabia que era poco o nada lo que podía hacer. El empleado tenía una sonrisa apenas disimulada cuando le entregó el informe. Era evidente que disfrutaba mucho del cargo.

Carola llegó a su casa. No encendió la computadora esta vez. Necesitaba pensar. Tenía poco tiempo antes que llegara Osvaldo. Los chicos estaban en fútbol, vendrian tarde. Dos horas después había tomado una decisión.

Osvaldo y los chicos llegaron a las ocho. Sobre la mesa había tres vasos y una pizza. Les sorprendió aunque no dijeron nada, se sentaron a comer , entre bromas y risas.


A la mañana siguiente salió a la misma hora de siempre. Se sentó en un café, esperando la hora más conveniente.

Con astucia y una puntillosa planificación logró trabajar en el sex shop sin que nadie advirtiera el cambio de ocupación. Salia de casa con el habitual trajecito, y se cambiaba el atuendo en el bar de la esquina.. Lo mismo de regreso a casa. Con los horarios no tenía problema, si bien entraba una hora más tarde esta le servia para arreglarse. Por suerte nunca nadie la visitaba en la oficina del Estado, ya que no estaba bien visto. Todo estaba perfecto, ella que había tenido tanto miedo, había logrado salir relativamente indemne. ¡Menos mal !



- Amor, ¿no tienen que estar por llegar las invitaciones para la fiesta anual de la oficina? ¡Sabes como disfruto esas reuniones !

- ...



13 comentarios :

  1. GABRIELA,la historia que cuentas es la realidad de muchas personas,pero ese toque final,me dejó fascinada.
    Se caza antes a un mentiroso que a un cojo.
    Besazos.

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  2. No hay embuste que resista el paso del tiempo.
    Bien escrito y con sorpresa final.

    Besos.

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  3. Qué historia tan real y bien escrita. Las trampas del internet.
    Besos, Gaby!

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  4. Estupendo relato, Gamyr.
    Es imposible mantener una mentira de ese calibre. Antes o después salta un detalle que desmantela tu historia.
    Un abrazo.

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  5. hola Gabriela,
    wao! me sorprendió el relato. Ciertamente existen esas personas que tienen esa doble vida, para llamarlo de alguna manera. Espero que todo salga bien.
    Muy buena historia!

    Abrazo^^

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  6. Jajaja, no conocía ese refrán Morgana. Me alegro que te haya gustado. Justamente el final es lo que más me costó escribir.
    Besos :)

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  7. Si la tecnología se convierte en algo peligroso a veces.
    Gracias Sara, un beso.

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  8. Hola Rebeca. Claro que muchas personas tienen su parte oculta, y pueden vivir sin problemas ni remordimiento alguno. Hasta que...
    Besos

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  9. Ay Gabriela que no quede duda que hoy a todos nos vigilan de alguna manera. Felicito a tu protagonista por la audacia de mantener oculto su nuevo empleo que de seguro la hará más feliz.

    Estoy de vuelta. Besos

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  10. No se si es audacia. o justamente cobardía de no enfrentar la realidad.
    Besos

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  11. Muy bueno tu relato. No es posible que una mentira perdure ene le tiempo.. Besos

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Gracias por dejarme tu comentario :)